Soñando con Broadway

El escritor argentino Manuel Puig falleció ayer en Cuernavaca, México, debido a problemas derivados de una reciente intervención quirúrgica para extirparle una vesícula. De momento, aún no se ha decidido dónde serán inhumados los restos mortales del autor de El beso de la mujer araña.

La última vez que estuvo en Madrid, el abril pasado, para participar en las jornadas de autor que el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) viene dedicando desde hace algún tiempo a autores latinoamericanos, a Manuel Puig se le veía cansado y agotado físicamente, a pesar de no perder su humor característico y demostrarse satisfecho por el interés que aquí seguía despertando su obra. 

Un año antes tuve la ocasión de entrevistarle por primera vez. Vino a Madrid para presentar Cae la noche tropical y la imagen dicharachera del escritor de entonces -ahora en la memoria- estaba bastante distanciada de la del abril último a pesar del poco tiempo transcurrido. 

Sin duda la enfermedad ya estaba minando las energías de un Manuel Puig delgado, desgarbado, pero coqueto en el momento de las fotos que como siempre me habló de su amor al cine y a la literatura. Puig nació en General Villegas, un pueblo de la Pampa argentina en 1932, «un lugar -dijo en alguna ocasión- donde no había más que viento y tierra». Un lugar hostil para un muchacho lleno de sensibilidad, que se refugiaba en las películas para huir de una sociedad cruel y machista -él que siempre defendió la igualdad entre sexos-. Su sueño era convertirse en director cinematográfico. 

A los 23 años fue a Roma a estudiar con esa intención y probó en París con el cine experimental. Fueron años de aprendizaje en los que el escritor en ciernes -tocando a tientas su destino- recorrió Europa y se ganó lavida como pudo. En París limpió oficinas de noche mientras por el día conocía los secretos de los platós cinematográficos; en Londres dio lecciones de español y lavó platos en un restaurante, lo mismo que en Estocolmo. 

Mientras, tomaba cuerpo su primer guión cinematográfico, La traición de Rita Hayworth que rehecho y ampliado se convirtió en su primera novela. En ella ya aparecen esos ingredientes que convierten a su literatura en inconfundible: humor para enmascarar la cruda realidad, ternura hacia los personajes y un matiz de novela rosa que va mucho más allá de lo rosa. Puig había descubierto que su verdadera pasión era contar historias y se dio cuenta de que una película es el resultado de la compenetración de un equipo mientras que la literatura depende de una sóla pluma. 

Tras el éxito de La traición de Rita Hayworth, toda una recreación de la infancia del propio escritor que obtuvo un gran éxito, vinieron libros como Boquitas pintadas, Pubis angelical y El beso de la mujer araña, su verdadera consagración al ser traspasada a la pantalla grande de la mano de Raúl Julia y William Hurt en el papel de Molinita (en España se había estrenado unos años antes la adaptación teatral de la novela, hecha por el propio Puig y dirigida por José Luis García Sánchez con Pepe Martín gran amigo de Puig y Juan Diego como protagonistas).

En abril pasado Puig me habló de nuevo de El beso..., una novela -me dijo- con la que todavía pensaba ganar mucho dinero. Por lo pronto se iba a estrenar en Broadway como musical y el escritor esperaba que todo funcionase ya que casualmente la productora de la famosa película, que valió a William Hurt un Oscar de interpretación, había quebrado pocos meses después del estreno y Manuel Puig solamente había obtenido el dinero del adelanto. 

Sin embargo fue esa una ocasión de oro para que al escritor, que tanto añoró los paraísos de Hollywood, se le abrieran sus puertas. En esa ocasión también me comentó que se había trasladado hacía poco a México, donde ha terminado sus días. Allí vivía con sus ancianos padres, unos padres que lo habían perdido todo en Argentina y a los que él prácticamente mantenía. 

Ellos le acompañaron parte de los últimos años que vivió en Brasil -antes fue Nueva York-. En ellos se inspiró para escribir Cae la noche tropical, una novela que habla de la vejez y del pasado como refugio, y ellos le han sobrevivido -curiosidad de la vida-, una cruel coincidencia, una coincidencia cruel como tantas de las que llenan las páginas de la literatura de Manuel Puig.

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