Brad Pitt consumidor de cocaína
Entre un traficante de cocaína y un santo eremita (el blanco riguroso sirve para todo), se presentó Brad Pitt ante los medios de comunicación. Lo hacía en virtud de su triple condición de actor protagonista, productor y estrella del momento. Y arrasó. Si larga era la cola para ver la película, espeso era tumulto para entrar en la sala de prensa. Así, el intérprete comentó, en referencia al tono elegiaco de la cinta (no de la vestimenta), que la posible referencia al cristianismo no es tal: «La película es universal, habla a todas las culturas del mundo». Aunque, acto seguido, rectificó un poco: «Crecí en un ambiente cristiano. Y, como todo el mundo, para entender qué significa lo que nos rodea, me he preguntado siempre cosas. Muchas de esas preguntas están en la película, y por ello decidí involucrarme en el proyecto». Por lo demás, y sobre el trabajo con Malick, el más místico y misterioso de los directores vivos, más misticismo y más misterio: «Llevaría días explicar