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Mostrando entradas de octubre, 2014

Brad Pitt consumidor de cocaína

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Entre un traficante de cocaína y un santo eremita (el blanco riguroso sirve para todo), se presentó Brad Pitt ante los medios de comunicación.  Lo hacía en virtud de su triple condición de actor protagonista, productor y estrella del momento. Y arrasó. Si larga era la cola para ver la película, espeso era tumulto para entrar en la sala de prensa. Así, el intérprete comentó, en referencia al tono elegiaco de la cinta (no de la vestimenta), que la posible referencia al cristianismo no es tal: «La película es universal, habla a todas las culturas del mundo».  Aunque, acto seguido, rectificó un poco: «Crecí en un ambiente cristiano. Y, como todo el mundo, para entender qué significa lo que nos rodea, me he preguntado siempre cosas. Muchas de esas preguntas están en la película, y por ello decidí involucrarme en el proyecto». Por lo demás, y sobre el trabajo con Malick, el más místico y misterioso de los directores vivos, más misticismo y más misterio: «Llevaría días explicar

Soñando con Broadway

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El escritor argentino Manuel Puig falleció ayer en Cuernavaca, México, debido a problemas derivados de una reciente intervención quirúrgica para extirparle una vesícula. De momento, aún no se ha decidido dónde serán inhumados los restos mortales del autor de El beso de la mujer araña. La última vez que estuvo en Madrid, el abril pasado, para participar en las jornadas de autor que el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) viene dedicando desde hace algún tiempo a autores latinoamericanos, a Manuel Puig se le veía cansado y agotado físicamente, a pesar de no perder su humor característico y demostrarse satisfecho por el interés que aquí seguía despertando su obra.  Un año antes tuve la ocasión de entrevistarle por primera vez. Vino a Madrid para presentar Cae la noche tropical y la imagen dicharachera del escritor de entonces -ahora en la memoria- estaba bastante distanciada de la del abril último a pesar del poco tiempo transcurrido.  Sin duda la enfermedad ya est

Canadá sigue atacando a los indios en su terreno

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Cuando pensamos en América del Norte, sea Estados Unidos o Canadá, se nos llena la mente de cine y, haya mos o no visitado esa zona del planeta, tenemos la impresión de conocerla, de saber sobre sus formas de vida casi tanto como sobre las nuestras. Y esa impresión es seguramente tan certera como la que nos indica que conocemos mejor su pasado que el nuestro.  Claro que, generalmente, se trata de un conocimiento made in Hollywood, deformado y disimulado, pero suficiente para que nos suene a conocida cualquier noticia proveniente de aquellas tierras. Por ejemplo, la rebelión de los indios mohawks ante la enésima invasión de su reserva.  Resulta que a un municipio de Quebec (Canadá) no se le ha ocurrido mejor idea que la de invadir un pinar que los indios consideran como propio desde hace siglos y donde, como en las películas, están enterrados algunos de sus antepasados.  La excusa no tiene tradición cinematográfica, porque no se trata de instalar ferrocarriles, telégrafos

Calzado de goma intraspirable en las fiestas

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Rape fresco y patatas submarinas luchaban por sobrevivir en el fondo de un sofrito, lo cual no consiguieron y cumplieron con su destino: alimentar a los que se apuntaron a la experiencia gastronómica externa a la que periódicamente convoca Poldo Pomés en su restaurante familiar, Il Giardinetto. Era el turno de Albert Cruells, fogonero de afición y pintor y escultor de oficio que llevaba un curso entero apartado de la agenda social, inmerso como estaba en dar forma a sus 31 tótems de piedra de tres metros de altura, la colección Barcelona. No le fallaron los amigos: Jaume Tresserra, Miquel Plana, Ricard Mercader, Joan Cruells, Lluís Llongueras, Asunció Mateu, Karen Leitz, cuya silueta decora desde hace 40 años las paredes del cercano Flash Flash, y Juan Ignacio Ramírez, el autor del libro de los 10.000 poemas que leídos en diagonal conforman una novela. Alguna de las fiestas de la Mercè colaterales a las consistoriales han sido originales y menos mal, porque perderse por la Ciuta