El ejecutivo generoso
Shapiro escribe este libro desde su experiencia como empresario. Un título grandilocuente para un empeño de miras -y resultados- bastante más estrechos: la anunciada tercera revolución se reduce en la práctica a una declaración de intenciones. Adalid del sector privado, el autor expone su ejemplar historial de buen directivo, fruto de un cambio de métodos y actitudes hacia el trabajo. Su modélica gestión se sustenta en una «filosofía» alicorta, intrínseca a esos enunciados -slogan de sabor inequívocamente «yankee» («La Ley de Murphy», el «principio de creatividad» de su amigo Nat y otras perlas -perdón, reglas- similares que va engarzando a lo largo del texto, a modo de instrucciones para el uso). A partir de ahí, establece pautas valederas tanto para la empresa privada como para la Administración. Shapiro asigna tales cometidos a una «nueva casta» que vendría a sustituir la imagen agresiva, dura del empresario clásico por una propuesta más estética, más vendible. Un capitalis