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Mostrando entradas de 2017

Wendy Sulca una estrella de internet

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Wendy Sulca era una niña que vivía en los suburbios de Lima. La hija de Franklin Sulca, estrella del huaino, cantante de folclor peruano. Por imitación, la cría se puso a hacer sus propias canciones. Grabó, en un cementerio, un cutrevideo llamado Papito. Youtube hizo lo demás. Ahora, Wendy es una estrella de internet. La Tigresa de Oriente es una mujer de 68 años cuya carrera artística comenzó a los 65. Proveniente del Amazonas peruano, hija de trabajadores del caucho, se va a Lima a trabajar como maquilladora. Graba Nuevo amanecer, que la convierte en estrella de la Red en horas. Pero no todo sucede en Lima, Perú. Xuso Jones era un anónimo chaval murciano que un día se grabó cantando un pedido en el McDonalds. Lo subió a ya saben dónde. Al día siguiente «la gente me paraba por la calle... No imaginaba que tendría ya 100.000 visitas». El vídeo tiene ya 12 millones. Que los caminos de internet son inescrutables ya lo sabíamos. Pero hay cosas que pasan de castaño a oscuro. Por

El fin de las pecas

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1  El fin de las pecas El look Pippi Langstrump puede tener su gracia..., o no. Hace tiempo que borrar las pecas ya no es misión imposible, pero ahora se empiezan a desarrollar técnicas que, además, previenen su aparición. La clave está en inyectar en el rostro péptidos bio-miméticos, es decir, «sustancias inteligentes capaces de emular las funciones de aquellos receptores celulares que controlan la producción de melanina», según las doctoras Mar Mira y Sofía Ruiz del Cueto (tel. 915 62 67 13). Así se evita que aparezcan nuevos focos de pigmento. 2 Implantes que 'curan' Las prótesis de pecho presentan riesgos, como la posibilidad de desarrollar infecciones o de sufrir la denominada contractura capsular (endurecimiento de la membrana que el propio organismo genera alrededor del implante, como respuesta a la presencia de un cuerpo extraño). ¿Cómo solucionar estos problemas? Con tecnologías «que permitan incorporar medicación en la propia prótesis», según el cirujano Gu

La muerte en el espejo

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DOMINGO. Desde hace siete u ocho años, todas las mañanas, al asomarme al espejo, veo mi muerte. No me hace ninguna gracia, francamente, pero tampoco quiero ponerme tremenda, que no es el sitio. Como se trata de mi muerte y conmigo hay confianza, he decidido tomármela con filosofía. Mi muerte es mía y la llevo puesta como si fuera una camiseta. Desconozco si a otras mujeres les pasa lo mismo, pero resultaría petulante por mi parte creer que soy la única. Esta visión tiene lugar cuando todavía no he salido del sueño y cruzo ante el espejo mirándome de reojo. Al principio me asustaba, pero con el tiempo he aprendido a reconocerme y hasta me doy los buenos días. Es una experiencia extraña, y en ella se me aparecen los primos cromagnones que llevo en lo alto del árbol genealógico. Eso no se arregla con todo el Botox del mundo, pienso, mientras contemplo la imagen del fantasma que me saca la lengua con las mandíbulas pegadas. LUNES. Mil personas se han juntado en el Palau de Congresso

El pinchazo revolucionario

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A grandes males, grandes remedios. Este refrán, aplicado al campo de la estética, significa que un problema avanzado -como una piel que se descuelga y clama por un lifting- debe resolverse sí o sí en el quirófano. Pero, ¿qué pasa cuando lo que se necesita es un retoque no tan agresivo? En ese caso, es posible sustituir la cirugía por una solución más light, como las técnicas inyectables. «Su ventaja radica en que nos permiten tratar el envejecimiento de manera gradual.  Cuanto antes recurramos a ellas, más fácil nos resultará poner freno a ese proceso. Con estos tratamientos nos ahorramos la anestesia, el postoperatorio y el cambio brusco que supone pasar por el quirófano», argumenta Natalia Ribé, médico estético con consulta en Barcelona. Rafael Gálvez, cirujano de la madrileña Clínica Ordás, también es partidario de, según los casos, esculpir el rostro y el cuerpo con la ayuda de agujas o cánulas, en lugar del habitual bisturí: una de sus especialidades es la bioplastia, que c

Juan Carlos el rey del gallinero

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La catástrofe no llega sola sino en batallones: el Rey renco, la economía casi en default, el Estado langó y tantistabado, la reina del bótox nacionaliza YPF de Repsol. En algunos rodales del ruedo piden nuevos Pactos de la Moncloa, en otros el impago de la deuda y en Andalucía, donde se adereza un gobierno casi bolchevique, están llamando a los militantes de IU a votar con urna para saber qué van a hacer cuando por más que busquen no encuentren ni un solo euro. «Estamos jugando una partida de ajedrez casi revolucionaria y cuando las piezas se meten en las cajas todas están juntas, valen igual los peones y los reyes, los caballos y las reinas. Lo dice el poeta arábigo: una tras otra, las piezas al estuche van». Alguna izquierda pasa del afecto que tuvo a Don Juan Carlos. La Transición ha terminado en la sepultura del olvido mientras en Andalucía se vive una España de las de antes. Alberto Garzón Espinosa, diputado por Málaga, plantea en su libro-manifiesto Esto tiene arreglo una

Señoras con mantones de manila

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Los alrededores de la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla parecían habitados por personajes huidos de los lienzos de García Ramos, Jiménez Aranda o Cabral Bejarano. Mujeres de mantillas escapadas de carteles de corridas celebradas hace un siglo, cocheros ataviados con el casticismo del XIX, señoras con mantones de Manila de los que se guardan en arcones coloniales, algún disfraz de bandolero, otro guiño a estampas de manolas. Y un hermoso bestiario de caballos de raza, de piel brillante y cepillada, grupas como espejos para reflejar el cuadro costumbrista que tan bien se sigue rentabilizando. Gran éxito de la Exhibición de Enganches de la Feria de Abril que sirve como colorista víspera de la gran fiesta que hoy se inaugura. Un concurso que es como un viaje al pasado, pero un pasado que curiosamente sigue estando vivísimo. La muestra es un escaparate de carriolas de campo, carruajes de ciudad y hasta diligencias de viaje atravesando estampas de otro tiempo. Este año el

Cristina F. de Kirchner es una vividora

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Países raros. En la vecina Francia, quizá el más rico y refinado del planeta, con los más elevados estándares de bienestar y, hasta anteayer, merced a su insufrible esnobismo ideológico, más de un 10% de los franceses votaba trotskista. O la Argentina de Cristina F. de Kirchner, tras la expropiación del 51% de YPF a Repsol, gobernada por el peronismo, cuya definición más acertada se debe a Borges: «Los peronistas no son ni buenos ni malos. Sólo son incorregibles». Coincidí y charlé con el amigo Mario Vargas Llosa en el Palacio Real en la comida de homenaje de los Príncipes de Asturias al premio Cervantes, el poeta ausente Nicanor Parra. El nobel acaba de publicar un acertado análisis de la expropiación, en el que la equipara con las del venezolano Hugo Chávez y disecciona el peronismo como una mezcla de «populismo, nacionalismo, marxismo, fascismo, caudillismo, y todos los ismos» que han arruinado el subcontinente americano que Mario conoce bien. Más allá del peronismo como

Los pelotas nunca faltan

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La evolución del discurso gubernamental acerca de YPF empieza en las soflamas por la patria zaherida y termina en el reconocimiento del derecho a expropiar al que ya sólo le queda negociar un precio. Es decir, que va del ridículo a la impotencia. La reacción vehemente, con la que el Gobierno parecía empeñado en demostrar que habían terminado los años zapaterianos en los que España fue un mindundi internacional, ha desembocado en una derrota sin paliativos que ahonda aún más la sensación de que nuestra política exterior es incapaz de hacerse respetar. (Ni siquiera por supuestos bandoleros capitaneados por un engendro del bótox, por resumir el minucioso conocimiento del peronismo que rezumaron los periódicos). Y menos aún cuando nuestros portavoces primero se desbocaron con amenazas imposibles de cumplir y luego le ronronearon a CFK un acuerdo mendicante para defender a una empresa identificada con la patria cuyo directivo en Buenos Aires, sin avisar a ninguno de esos pequeños aho