Wendy Sulca una estrella de internet

Wendy Sulca era una niña que vivía en los suburbios de Lima. La hija de Franklin Sulca, estrella del huaino, cantante de folclor peruano. Por imitación, la cría se puso a hacer sus propias canciones. Grabó, en un cementerio, un cutrevideo llamado Papito. Youtube hizo lo demás. Ahora, Wendy es una estrella de internet. La Tigresa de Oriente es una mujer de 68 años cuya carrera artística comenzó a los 65. Proveniente del Amazonas peruano, hija de trabajadores del caucho, se va a Lima a trabajar como maquilladora. Graba Nuevo amanecer, que la convierte en estrella de la Red en horas.

Pero no todo sucede en Lima, Perú. Xuso Jones era un anónimo chaval murciano que un día se grabó cantando un pedido en el McDonalds. Lo subió a ya saben dónde. Al día siguiente «la gente me paraba por la calle... No imaginaba que tendría ya 100.000 visitas». El vídeo tiene ya 12 millones.

Que los caminos de internet son inescrutables ya lo sabíamos. Pero hay cosas que pasan de castaño a oscuro. Por ejemplo, la resurrección, Red mediante, de las hombreras hipertróficas de Locomía y del pastilleo desenfrenado de Chimo Bayo. Ahora, todos éstos más algunos consagrados, como Underworld y Primal Scream, compartirán cartel en un festival surgido para capitalizar los hits de Youtube. La cita se llamará YouFest, y se celebra en Madrid los días 28 y 29 de septiembre.

El caso de Sulca ejemplifica la clave: el amor/odio que triunfa en la Red. El colonel Parker, representante de Elvis, ordenaba fabricar igual número de chapas de Amo a Elvis y Odio a Elvis para promocionar a su pupilo. Sulca provoca igual ola de adhesiones que de lapidaciones internáuticas con su voz chirriante. Y es que amor y odio siguen siendo caras de la misma moneda que los artistas sólo pueden lanzar, en todo caso, no dejando indiferente a su, a veces, desprevenido público.

Algo parecido sucede con la Tigresa de Oriente, tan denostada como amada en la deslocalización de la Red con su pinta de travelo latino pasadísimo de botox. Los organizadores de YouFest evocan la Movida con el éxito de estas propuestas, tan extremas como callejeras, y he aquí otra clave: la de la liberación social, sobre todo en Latinoamérica.

Otro tanto les pasó a Delfín, autores del vídeo Torres gemelas y superhit en horas. Pero la noria de las tendencias gira y de pronto la intelligentsia entroniza la cumbia. Es así como funciona: la gente decide, democráticamente, que le gusta algo imposible, y la crítica se lanza a justificarlo. Y viceversa. Del pastiche al Youtube de broma de oficina, los artistas del YouFest coinciden en alcanzar el favor del público con propuestas culturalmente originales, impredecibles. Quizá todos excepto uno: Rick Astley. ¿Se acuerdan? Pelirrojo, exitoso y después olvidado. En otra payasada de internet, se puso de moda el rickrolling: alguien te manda algo a priori serio, y se trata de Astley cantando uno de sus (dos) hits. Los caminos de la promoción, y el éxito, también son inescrutables.

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