La muerte en el espejo

DOMINGO. Desde hace siete u ocho años, todas las mañanas, al asomarme al espejo, veo mi muerte. No me hace ninguna gracia, francamente, pero tampoco quiero ponerme tremenda, que no es el sitio. Como se trata de mi muerte y conmigo hay confianza, he decidido tomármela con filosofía. Mi muerte es mía y la llevo puesta como si fuera una camiseta. Desconozco si a otras mujeres les pasa lo mismo, pero resultaría petulante por mi parte creer que soy la única. Esta visión tiene lugar cuando todavía no he salido del sueño y cruzo ante el espejo mirándome de reojo. Al principio me asustaba, pero con el tiempo he aprendido a reconocerme y hasta me doy los buenos días. Es una experiencia extraña, y en ella se me aparecen los primos cromagnones que llevo en lo alto del árbol genealógico. Eso no se arregla con todo el Botox del mundo, pienso, mientras contemplo la imagen del fantasma que me saca la lengua con las mandíbulas pegadas.

LUNES. Mil personas se han juntado en el Palau de Congressos de Catalunya para celebrar el nuevo premio Planeta, que recae en Lorenzo Silva y Mara Torres (finalista). A la llegada, un grupo de manifestantes lanza gritos contra Joan Gaspar, que dicen que no paga a sus trabajadores. No se qué pinta Joan Gaspar en este lío, pero tampoco trato de entenderlo. Veo una pancarta donde pone «¡Lo que hay que Wert!». Eso sí lo entiendo. Está dedicada al ministro de Cultura y Educación, que junto con Artur Mas es uno de los invitados al evento. Tambien veo llegar a Jordi Pujol, al alcalde Trías, a Javier Godó, al consejero Mascarell, a Nuria Gispert, la presidenta del Parlament, a Joan Rosell, Pere Navarro, Josep Piqué y Gloria Lomana. Y a Eduardo Mendoza, Ana María Matute, Alberto Vázquez Figueroa, Nativel Preciado, Luis del Olmo, Teresa Campos, Patricia Rato. Se nota que este año es especial, porque ha venido hasta el apuntador. Por no faltar, no falta ni Fiona Ferrer, reputada autora y artífice de un ensayo sobre las wacu wacu. Fiona está enfadada conmigo y lo entiendo. Yo también lo estoy (enfadada conmigo). Esta noche, para venir al Palau, he cogido un taxi y el conductor me ha hablado en castellano. ¡A mí, que soy catalana por los cuatro costados! Si lo sé, no vengo.

MARTES. Revisión en el IMO y visita a la reina mora, que me recibe en la cama con grandes gafas de sol. Parece Onassis, pero en versión rubia y aporcelanada. Le cuento el show del Planeta y sonríe con mezcla de melancolía y humor, como si le sonara. Y es que le suena. Cuando ella ganó el Planeta, con La Gangrena, era una de las mujeres más bellas del mundo.

JUEVES. Fran y Cayetano Rivera abandonan el toreo y estallan las hipótesis. Para mí que es falta de vocación. Fran llegó a los toros por inercia familiar. Cayetano, en cambio, se hizo torero por aburrimiento. Era guapo, había estudiado Económicas y tenía ilusiones vagas, pero no sabía por dónde empezar. A Fran y a Cayetano les ha faltado lo principal: la comezón del hambre.

VIERNES. Empieza el frío y el trasiego de armarios. Las gatas salen cada vez menos al jardín, sobre todo Verónica, que es friolera como yo. A Jordana le compro ropita por Internet, gorros de Catimini, chuminadas. Y zapatos. Le encantan los zapatos. A este paso nos va a salir como Ana Rosa Quintana.

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