Velázquez de nuevo.

No hay más de 120 lienzos suyos en el mundo. Poco más de un centenar que confirman a Velázquez como uno de los mejores pintores de la Historia. De ellos, menos de una decena está en manos privadas. Todos localizados.

De ahí que cualquier hallazgo relacionado con el legado del artista sevillano se convierte de inmediato en un acontecimiento único que genera por igual fervorosas adhesiones, lógicos recelos e intensos debates.

El último de los hallazgos es el Retrato de un caballero con túnica negra, descubierto en un lote de pinturas que perteneció a Matthew Shepperson, un artista británico del siglo XIX de discreta producción. Avalada esta atribución por Peter Cherry, del Trinity College de Dublín, el precio del pequeño lienzo -de 47 centímetros de alto y 39 de ancho- se ha disparado por encima de los dos millones de euros. La sala Bonhams se frota ya las manos de cara a la puja de mañana en Londres.

«Es un extraordinario retrato», afirma Andrew McKenzie, director de Pintura Antigua de la casa de subastas. «Nosotros esperamos que surja un gran interés en todo el mundo por este trabajo porque raras veces se subasta una pieza del maestro», recalca McKenzie. Cabe recordar a este respecto que por el último velázquez que salió a subasta -la Santa Rufina, hoy propiedad de la Fundación Focus-Abengoa y expuesto en el Hospital de los Venerables de Sevilla- se pagaron 12,4 millones de euros en 2007.

Peter Cherry, destacado especialista en el arte español del siglo XVII, fecha la obra entre 1632 y 1635, tras el primer viaje de Velázquez a Italia. A juicio del profesor del Trinity College de Dublín, el lienzo -que conserva poca materia pictórica- tiene similitudes en el estilo con otros retratos del pintor realizados en esos años, como el de Martínez Montañés (1635-1636), al tiempo que los análisis del material y el soporte se ajustan a los utilizados por el sevillano en aquella época.

¿Quién es el retratado?

Más escéptico con la autoría de Velázquez en el retrato de este caballero de avanzada edad y atuendo cortesano es Jonathan Brown, uno de los mayores expertos en la obra del pintor sevillano. El catedrático del Institute of Fine Arts de Nueva York siempre es muy cauteloso a la hora de confirmar la autoría de los nuevos velázquez, al tiempo que reconoce, con rigor y cautela, que «las fuentes históricas demuestran que hay cuadros de Velázquez que hoy en día se desconocen».

Con respecto al Retrato de un caballero con túnica negra, Jonathan Brown ha apuntado que, a causa de los problemas de suciedad y desperfectos que presenta la pequeña tela -que, además, fue cortada por los cuatro lados-, sería básico conocer quién es el personaje retratado en este lienzo para corroborar en él la firma de Velázquez. Sobre el asunto, Cherry cree que la identidad del retratado puede ser Juan Mateos, hábil cazador, quien por sus méritos llegó a ser el ballestero mayor de Felipe IV.

Con todo, de las últimas atribuciones a Velázquez, ninguna tan controvertida como La educación de la Virgen, hallada a mediados de 2010 en los sótanos de la Universidad de Yale (EE UU). Polémica, sobre todo, por la relevancia que tendría el lienzo en cuestión -hoy en proceso de restauración y con opciones para que pueda ser exhibido en Sevilla- para arrojar luz sobre la etapa de formación del pintor, aún en su ciudad natal.

En su estudio, el descubridor de la tela, John Marciari, conservador jefe de arte europeo del Museo de Bellas Artes de San Diego, detalla el estilo, la técnica y la composición para asegurar que el óleo fue pintado durante los primeros años de carrera del pintor, en torno a 1617. Sería, por tanto, una de las primeras pinturas del genio, realizada por encargo y, lógicamente, como buena parte de su producción sevillana, de temática religiosa.

A esta atribución se sumó con entusiasmo el profesor Benito Navarrete, quien descubrió «evidentes similitudes» con la Inmaculada, de Focus-Abengoa, lienzo también discutido, pero en el que hoy prevalece la autoría velazqueña. En el lado contrario se situó, otra vez, Jonathan Brown, quien lo descartó rotundamente por su «pobre calidad». El catedrático estadounidense sentenció, sin compasión alguna, que La educación de la Virgen es «uno de los muchos pastiches que hicieron en Sevilla algunos pintores locales, buscando aprovechar el arte atractivo de [Juan de] Roelas y el arte novedoso de Velázquez. Es testimonio de la fama del joven pintor, pero no de su talento».

A este aluvión de nuevas atribuciones de los últimos años también han contribuido instituciones de prestigio como el Metropolitan. El todopoderoso museo neoyorquino -de sus paredes cuelga el fantástico retrato del esclavo Juan de Pareja, uno de los más destacados del genio- corrigió en 2009 la decisión tomada 30 años atrás de quitarle a Retrato de un hombre la firma de Velázquez para dársela al taller del pintor sevillano. Desde hace dos años, el lienzo, que no es una obra acabada sino un estudio, se exhibe en el Metropolitan como un velázquez auténtico.

También el Metropolitan rectificó la autoría poco después -a finales de diciembre de 2010- a un retrato de Felipe IV que, al igual que el óleo anterior, entró en el museo por una donación en 1913 como un velázquez. Dicha atribución se cambió en 1973 y se creyó que el lienzo, muy perjudicado por pésimas restauraciones, fue realizado por el taller del pintor. La limpieza del mismo y, sobre todo, su comparación con los estudios de rayos X realizados a un retrato del monarca custodiado en el Museo del Prado -en él había un retrato coincidente con el del Metropolitan- determinó su actual firma.

Quizá se pueda achacar al Metropolitan de Nueva York esta fiebre reciente de atribuciones al pintor sevillano -cinco óleos en apenas un par de años-. Con todo, el debate sigue. Y el negocio también. La partida se presume muy interesante. Con Velázquez de por medio, imagínense...

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