Iriarte debuta en la novela

Lodosa, además de unas magníficas conservas, ostenta un par de marcas relacionadas con la Guerra Civil. Fue el pueblo navarro en el que se fusiló a más republicanos, con excepción, claro, de la capital. Y posiblemente fue el primero de toda España en el que los cadáveres de aquellos asesinados en las cunetas fueron exhumados y enterrados dignamente -¡en 1979!- en una ceremonia con misa y ondear de banderas republicanas. El emocionante y temprano ejemplo de reconciliación y memoria histórica lo trae a colación el periodista José Joaquín Iriarte que acaba de publicar El árbol del paraíso (Eunate). 

Y es que en la novela, que recorre dos o tres décadas del siglo XX, la palabra reconciliación es clave. Iriarte ha respetado esa terna clásica que defendía Delibes: un paisaje (navarro, por supuesto), personajes y conflicto. A los que él añade el elemento del lenguaje. «He procurado», dice, «que los personajes hablen como se hablaba entonces.

Ahora en los pueblos la lengua se ha estandarizado por culpa de la televisión. Han desaparecido giros, modismos, expresiones locales… Hoy la lengua es más uniforme, y más pobre también». (Da gusto, por ejemplo, leerle confesonario en vez de confesionario). 

En cuanto a los conflictos son, al menos, dobles: amorosos y políticos; los segundos, marcados por el terrorismo de ETA. Iriarte recuerda que «en un solo año, el 78, cuando acaba la novela, ETA mató a casi tanta gente como en los 16 años precedentes. La izquierda la veía al principio con cierta simpatía porque creyó que era un movimiento antifranquista. Los años de plomo vinieron después y la izquierda se cayó del guindo. En la novela, pierde intensidad narrativa la ficción porque los acontecimientos reales lo arrollan todo». 

Frente a esos terroristas, enamorados, como dice un personaje, de un mapa o un territorio, otros personajes se enamoran de personas de carne y hueso. Pero la política es sólo un telón de fondo en El árbol del paraíso. 
Tras una larga carrera periodística (Ser, Europa Press, Cope, Mundo Cristiano…), José Joaquín Iriarte ha debutado en la novela y tiene nuevos proyectos. A fin de cuentas, considera que el periodismo «ayuda (y mucho)» para hacer narrativa.

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