Enrique Bañuelos millonario

Todo esto, lo que está al fondo de tanto suceso tuerto, es lo grave y lo que configura en nuestro caso, un irremontable error histórico.

Porque, refiriéndonos sobre todo a la vidriosa cuestión de la prensa, el Gobierno y la dirección de su partido pretenden solventar su propio desconcierto nada menos que arrinconándolo con el cerco de fuego de las querellas, sin tener en cuenta que la prensa no es una entidad social autosustentante, sino que existe y resulta válida únicamente en cuanto es espejo de la sociedad.

Si esto es así, se llega fácilmente a la consecuencia -que fácilmente puede parecer exagerada en una primera aproximación- de que el Gobierno se ha querellado nada menos que contra la sociedad.

Quizá el Gobierno y su partido opinen en silencio, llegados a este punto, que esa sociedad está enferma, pero lo que no puede hacerse, si se piensa así, es afrentarla con la jactancia de la supuesta y propia salud gubernamental. Evidentemente el problema es que el Gobierno ha perdido profundamente su autoridad moral y el país, ante esa constatación, se siente inquieto e irritado.

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